Y resulta que el sufrimiento es inhumano. La cultura occidental nos matriculó en el mundo del éxito, el dinero, el poder, la fama, el “todo se puede”, la belleza, sin límites para tus deseos e ilusiones. Y como no se les “ocurrió” preparar para los imprevistos, las dificultades, la muerte o las frustraciones, el golpe ha sido funesto. La enfermedad mental se multiplica a diario y cada vez la necesidad humana de buscar un alivio se vuelve compulsiva. ¿Dónde hallar la paz? ¿Dónde encontrar el remedio para el sufrimiento? ¿Cómo vivir sin preocupaciones? ¿Cómo derrotar la angustia por la vida? ¿Cómo calmo la ansiedad de lo que está por venir y aún no ha llegado, porque ni siquiera sé si llegará?   

Claro, un imposible. Es como si hubiéramos sido educados para existir en un paraíso, algo así como la Isla de la Fantasía y resulta que el globo se desinfló porque la vida nos golpea a diario y más aún con la actual conexión entre todos, donde lo que sucede en un extremo del planeta, es conocido en el otro lado. Pandemia, Ucrania, migraciones, calentamiento global, enfermedades, guerras, “todos a una” y en la mitad los seres humanos despavoridos sin saber reaccionar. No, eso no era la vida. Eso no era lo que yo esperaba. No nací para esto… Las consecuencias son desgarradoras porque te encuentras escuchando la impotencia humana por lo que se vive y no se puede controlar. No queda sino afrontarlo (que no significa soportarlo) y encontrar caminos de solución. Resiliencia se llama y es un recurso interior que debe descubrirse, educarse y alimentarse en cada ser humano. Pero es importante señalar que no se puede vivir sin el sufrimiento, no hay vida perfecta, no hay construcción humana que no implique dificultad, fracaso, dolor, ansiedad.

En esa telaraña de intereses, motivaciones, abusos y negocios, la ciencia (¡) unida a las farmacéuticas, desarrollan medicamentos que alivianan el sufrimiento, pero no lo sanan mientras no se manejen otra clase de recursos necesarios para la sobrevivencia. Porque el sufrimiento no se suprime con una pastilla. Claro, hay sufrimientos de sufrimientos. Pero esa idea de “no quiero que mi hijo sufra”, “no soporto el dolor de mi madre”, “no resisto verlo angustiado”, pueden guardar muy buenas intenciones, pero es una mirada ilusa sobre lo que es el vivir. Que tiene mucho que ver con la clase de valores y objetivos que se ofrecen como la vida perfecta. La Medicina tiene avances increíbles en otros campos pero en salud mental sus resultados son precarios, como si estuviera estancada. ¿Solo biología? ¿Solo química del cerebro? Un medicamento por sí solo no cura: aliviana el problema, como si fuera una muleta que te ayuda a sostener pero no reemplaza tu pierna. Una pastilla o un medicamento no puede suplir la necesidad de ser escuchado, de encontrar soluciones practicas para enfrentar el día a día. En Holanda experimentan sanar algunas enfermedades mentales sin medicamentos, enseñando a vivir de otra manera. Porque en definitiva la salud mental pasa muy cerca de la educación, de vivir con otra clase de expectativas, de mirar para adentro, de encontrarte contigo mismo, viviendo en el aquí y el ahora, manejando el diario vivir como un aprendizaje. No es fácil. En este asunto, parecemos niños de kínder recién matriculados…

Gloria H. @GloriaHRevolturas

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